La historia se repite si no la cambiamos.

Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.
La historia de los recortes laborales, sin precedentes, que se han producido durante esta última crisis económica, no tienen su origen en la quiebra del sistema financiero en Estados Unidos, o el caso de Bankía y las cajas de ahorros en España, o la preponderancia de las materias primas, o las burbujas imnobiliarias, todos estos temas formaron el entorno adecuado, para que cercenar los derechos de los trabajadores se camuflara en la caotica sobreinformación apocaliptica de aquellos días, esta particular historia comenzó en un impreciso momento de 2010, cuando los avispados periodistas de los partidos políticos y los portavoces mediaticos independientes (no para o ¿era al reves?, los periodistas eran independientes y los portavoces, de los partidos, ya me lío, siempre ha sido la linea tan fina, entre lo que decian unos y otros, creando siempre una única opinión), empezaron a notar que había retrasos en los aviones, incluso caos aereos que unicamente se podían explicar por una huelga de celo encubierta, por parte de los controladores, a pesar del mal tiempo reinante, de nada servían las reiteradas negativas de estos en las pocas oportunidades que les dejaban explicarse, casi siempre a través de citas por parte de los periodistas, ante esta situación dramática, con los pasajeros como rehenes de unos personajes (no trabajadores) egoístas, insolidarios y sobre todo privilegiados, el gobierno se quitó el disfraz de demócrata y resolvió el conflicto al más puro estilo de las dictaduras militares, mediante la intervención del ejército, apoyado por el tribunal constitucional, cuyos miembros son elegidos por el partido que nombró al ministro que tomó esa medida, nadie se movió nadie dijo nada, nadie vio en este movimiento una amenaza, el egoísmo y la envidia de los habitantes del boom económico en este país disfrutaban viendo fastidiarse a los “privilegiados” . De esta manera tan espectacular y mostrando la cara más dura de este régimen postfranquista se realizó un hecho sin precedentes al menos desde la transición, la bajada de sueldo a un colectivo de trabajadores, hasta entonces los recortes salariales se habían limitado a la congelación salarial, pero empezaba un nuevo tiempo. Tras la mayoría absoluta del partido popular comienza el ataque a los derechos de los funcionarios, el secuestro de una paga extra, la posibilidad de la salida de la función pública en el caso de que el gobierno cancele el departamento al que pertenecen, etc. También en este caso triunfó el egoismo y muchos ricos que trabajaban por cuenta ajena tampoco es que lo vieran mal, también eran los funcionarios privilegiados, y desde luego nadie se movilizó aparte de los afectados, en este caso también funcionó el divide y vencerás, a pesar de que esta reforma ya contenía las lineas que posteriormente serían el hilo conductor de la reforma laboral del sector privado. Esta reforma laboral ya recoge los elementos ensayados en los conflictos descritos anteriormente, bajada de sueldos y perdida del puesto de trabajo por causas económicas etc. y etc.
¿Estamos en la casilla de salida otra vez?
Tras una tregua motivada por la cercanía de las elecciones, el gobierno vuelve a la carga, se elige a un colectivo de trabajadores, se les vende como privilegiados y por decreto se les recorta su situación esta vez por una sentencia de un tribunal europeo, pero ya que van, irán un poco más allá (ya podían tener el mismo respeto por todas las decisiones de los tribunales europeos), empieza un nuevo proceso de conflicto que abocará en otra nueva reforma laboral, es el momento de plantar cara, de apoyar a este colectivo en conflicto y no picar en el cebo que nos presentan los politicos y periodistas, rojos, morados, naranjas y azules y cambiar el poema que abre este texto.
Por último aclarar que hay otros conflictos abiertos, con los que también hay que mostrar solidarizar y visibilizarlos, pero en el caso de los estibadores han sido elegidos como colectivo ejemplarizante, como supervillanos de los que los superheroes del gobierno nos van a librar para el beneficio del resto de los trabajadores y es por ello por lo que es importante actuar aquí porque es donde se puede hacer más dañó y donde se puede frenar, por lo menos algo la acción del gobierno y sus secuaces.